Capítulo 11: La chica que tenía envidia de los niños

Bueno, esto es algo que me ha ocurrido esta tarde y que me da para el capítulo.

Me siento fatal. Iba yo camino de acabe, en el bus, bastante tristona y con las gafas de sol puestas. He mirado por la ventana y parado en el semáforo había un monovolumen rojo. En ese coche iba montado un niño pequeño con una camisetas de rayas, estaba merendando. No se porqué he empezado a llorar, era una mezcla entre envidia y felicidad, nada me hace más feliz que ver comer a la gente, y sobre todo a los niños, lo de la envidia, pues... me da envidia que los niños sean capaces de comer lo que les ponen en el plato y salen a jugar, disfrutan de cada juego como si fuera el último y siempre quieren comer chocolate. Desearía ser una niña pequeña.

Después de esto, el autobús se ha estropeado, las puertas no se abrían. Al abrirlas manualmente las de detrás no podían cerrarse del todo, ya no estabamos encerrados, pero no podíamos arrancar. Había mucha gente en el autobús, todos resoplaban, a mí me daba igual, estaba en mi mundo.

He llegado a acabe, tarde... pero he llegado... y nada, ha sido ponerme a hablar con la nutricionista y me he sentido fatal, me ha dolido darme cuenta de que no soy capaz de comer un desayuno normal, me he dado pena auténtica al verme allí, muriéndome de la vergüenza porque una señora que no conozco de nada me está diciendo lo que tengo que comer y porque no soy capaz de hacer eso yo sola, no se que es bueno y que es malo, no se nada de nada, sólo se que los niños comen más que yo y son felices y no se como hacer para encogerme más... me siento muy pequeñita, me siento insignificante entre la gente, veo a los niños más grandes que yo, y quiero encogerme más, quiero ser una niña que juega y juega y juega y no se cansa...