érase una vez una pobre muchacha, que curraba eventualmente de azafata, que escondía cosas, éra como una diógenes de tablas calóricas... lo mismo abrías un armario y te encontrabas bizcochos, cajones llenos de recortes de envases y una báscula de comida escondida en su cuarto.
No sólo escondía esto, también escndía muchas emociones... se callaba todo lo que podía... sólo hablaba cuando iba borracha, y sólo mostraba sus emociones cuando bebía.
Fumaba porros, cosa que muchas veces escondía y muy pocos la conocían como realmente era, casi nadie sabía lo que estaba en su cabecita...
También escondía sus michelines con toda la ropa posible, y al mismo tiempo, escondía sus bañadores para seguir escondiendose... era un bucle muy raro. Comía a escondidas la comida que escondía, y a escondidas, como no, vomitaba... A escondidas también gritaba que quería a alguien, pero nadie la oía.
A escondidas se cambiaba de ropa, y a escondidas hacía el amor... bueno esto último aún no sabía lo que era... como se hacía el amor, sin amor? era sólo ejercicio desenfrenado, pero aún así... a escondidas también... a escondidas hacía ejercicio, por qué no? odiaba muchas veces sentirse crecer y con más energía... escondía también un blog... y un diario de la terapia, que eso nunca lo había leído nadie... También escondía marcas por su cuerpo. Se castigaba por permitirse aveces ser feliz, y la mayoría de las veces no era por castigo, era por un dolor emocional tan fuerte que ni si quiera dándose golpes en la cabeza ni quemándose era capaz de superar.
Escondía también todos los papeles del médico y la ropa que desearía poder ponerse.
Lo mejor de todo, no es lo que escondía por su cuarto, es lo que esondía en su cabeza, ideas dolorosas y peligrosas que nadie debía saber nunca, ni si quiera su teraputa las sabía...
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